La primera cuestión es básica y primordial, el líder, el responsable, tiene que estar motivado, tener energía y seguridad en sí mismo. Si esto no es así difícilmente podrá transmitir a su equipo la confianza necesaria. Una vez tenemos este punto claro, deberíamos de definir qué es un equipo:«es un grupo de personas con habilidades complementarias que comparten un propósito, metas de desempeño y maneras de trabajar juntas». Y sin duda para los que hemos gestionado equipos, son nuestro mejor recurso. |
La disciplina es necesaria, pero establecer un clima cordial es imprescindible,¿cómo se logra ese clima? desde luego no es nada fácil. Hay que tener en cuenta que a nadie le gusta sentir el aliento del jefe en la nuca como si fuera un defensa marcando al delantero. Es esencial la formación del personal que está a tu cargo, normalmente se hará a través de la formación que Recursos Humanos impartirá o si la empresa no cuenta con este departamento, lo hará el propio responsable utilizando su experiencia y conocimientos como formador.
Después de la formación necesaria para que el colaborador desempeñe sus funciones en el puesto de trabajo, llega el momento del líder de controlar su trabajo. Comprobar qué hace bien (y reforzarlo positivamente), y en qué debe mejorar, explicándole cómo hacerlo. Este punto es prioritario, si tú no enseñas como quieres que realice su trabajo, difícilmente la persona nueva lo aprenderá adecuadamente.
¿Parece una cuestión obvia verdad?. Por desgracia he conocido multitud de casos donde la falta de formación adecuada ha provocado una falta de adaptación total al puesto de trabajo. Y puede que ocurra más veces de las que pensamos. A veces por cuestiones de prioridades o de necesidades no se tiene el tiempo necesario para esta tarea. Y esto tarde o temprano puede repercutir negativamente en el buen funcionamiento de la sección en la que trabaja esta persona, siendo otros compañeros los que acaban realizando sus tareas.
Una vez hemos pasado la fase de control del nuevo empleado y hemos ido valorando su forma de trabajar, su actitud, su implicación y pensamos que ya domina las tareas encomendadas con soltura y buen hacer, llega el momento de la delegación. Es en esta fase cuando el líder puede estar «satisfecho» del proceso de aprendizaje de la nueva incorporación.( Y es cuando se dará cuenta de que la inversión del tiempo realizado ha sido provechosa) porque llega el momento de darle los trabajos, darle su cometido o funciones y de estar seguro de que las va a realizar con garantías. No obstante el responsable siempre tiene que estar «pendiente», «controlando» y «animando» a su equipo de trabajo.
Una buena formación puede garantizar el éxito de una nueva incorporación.
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