En estos tiempos que corren de un consumo mermado por la coyuntura económica que existe, vender un producto o servicio es harto complicado porque el cliente es cada vez más exigente y tiene un mayor conocimiento de lo que quiere. Además la tarta del consumo cada vez tiene más competencia por lo que el trocito que le queda a cada empresa y emprendedor parece cada vez más pequeño. Sólo aquellas organizaciones que tengan un rumbo claro de su proyecto, una estrategia precisa y una definición del target de su cliente y evolucionen con la agilidad necesaria para adaptarse al mercado, irán incrementando el tamaño del trozo de la tarta y comiendo terreno a su competencia.
Y uno de los pilares fundamentales para crecer son las ventas.
No concibo todavía que vaya a cualquier comercio y me encuentre con empleados con poca o ninguna actitud de atender a su cliente. Evidentemente, algunos empleados tendrán su parte de culpa en esta poca implicación, pero ahí estará su líder e inmediato responsable que no ha encontrado la fórmula de animar y motivar a sus colaboradores. Y por encima está la dinámica de la organización que favorece o no una buena formación y un clima laboral adecuado.
Tampoco es de recibo que me encuentre productos en mal estado, abiertos, rotos o con una presencia inaceptable para su venta. Que esos artículos no tengan precio, o que lo tengan mal. Que haya polvo o haya artículos y cartelería por el suelo que nadie sea lo suficientemente responsable para quitar. Que se note que hay muchas bombillas por cambiar (no de un día, que eso es algo normal) también genera una imagen de dejadez y de cuidar poco tu comercio. Le estás mandando al cliente una señal, te preocupas poco por tu negocio y además tu implicación como vendedor, líder y empresario está muy lejos de ser la adecuada.
¡Que la competencia acecha!
¡Que si no somos capaces de ofrecer a nuestro cliente un poco más que el resto, no tendremos argumentos para que vuelva!
¿No nos damos cuenta de que cada cliente es importante para el negocio y para la empresa que nos paga el sueldo?
¡Que no podemos tener esa apatía con los clientes!
¡Que nuestra obligación como vendedores, como líderes y como empresarios es hacer sentir al cliente como alguien especial, es tratarlo como si fuera el ultimo habitante del planeta!
¡Que mientras nosotros no hacemos las cosas bien, el cliente se va a la competencia!
¡Que si no reaccionamos, los demás se aprovecharán de nuestras debilidades!
¡Que hay empresas, organizaciones y líderes que sí están implicados y buscan mejorar día a día!
¡Que tenemos que crear un ambiente idóneo a nuestro cliente y darle una experiencia única!
¡Que es necesaria una relación de confianza y extraordinaria con nuestro cliente!
¡Que el precio es importante pero la calidad del producto y de la atención marca la diferencia!
¡Que ya no sirve tratar a los clientes como borregos como se hacía antes (en algunos comercios ahora también) que es fundamental una venta con una atención excepcional!
¡Que hay que transmitir esa filosofía de mejorar nuestra calidad de atención al cliente!
¡Que las personas que lideran las empresas tienen que saber animar, motivar, controlar y delegar en sus colaboradores!
¡Que existe el salario emocional, donde satisfaces las necesidades personales, familiares y profesionales, mejorando la calidad de vida del trabajador y fomentas su conciliación laboral!
¡Que un empleado satisfecho tiene elevados índices de productividad y competitividad!
En definitiva, en una empresa todos los eslabones tienen su parte de culpa de que las cosas no funcionen como deberían.
De poco sirve echar la culpa a los demás si no somos capaces de hacer un análisis profundo y detectar cuales son los problemas que impiden mejorar nuestro negocio.
¿Qué más argumentos apuntarías tu para mejorar la atención al cliente de una empresa?